En un Hecho Esencial comunicado hace días a la Comisión para el Mercado Financiero, el gerente general de Electrolux, empresa fabricante de productos Fensa, Mademsa, Somela y Electrolux en Chile comunicó el cese de la fabricación local de refrigeradores para dar a inicio a su importación. Hasta ahora se desconoce la cantidad exacta de trabajadores afectados por esta medida.
Textualmente el documento indica: “El directorio de Electrolux de Chile acordó la reestructuración del negocio de refrigeración en Chile mediante la concentración de la totalidad de su oferta en esa categoría en productos importados, disponiendo el consecuente cese de la fabricación local de esos productos, para fines del mes de abril del año en curso”
Tal como se expone, la paralización de la elaboración de estos productos está presupuestada para el mes de abril y afectaría a las marcas Fensa y Mademsa. Según La Tercera, la cantidad de trabajadores de esta empresa había experimentado ya un descenso, en tanto a septiembre de 2018, su número “alcanzaba los 1.863 empleados en promedio, mientras en el mismo periodo de 2017, la dotación promedio era de 2.978 trabajadores”.
La política económica de quienes han administrado el Estado en Dictadura y en los sucesivos gobiernos civiles ha determinado y reforzado el carácter primario exportador de la economía chilena. La Constitución de 1980 no faculta al Estado impulsar proyectos productivos que representen competencia a las iniciativas empresariales presentes en el mercado. Al margen de esta imposibilidad, la industria nacional sostenida por privados también ha sufrido una debacle casi absoluta, luego que la clase política haya suscrito sucesivos tratados de libre comercio con Estados representantes de empresas con bajísimos costos de producción, pues imponen condiciones laborales calificadas como esclavistas, sin normativas sanitarias y ambientales que provoquen un aumento de tales cifras. Junto a ello, desde el Estado se ha promovido el desarrollo de actividades extractivas, o sea de aprovechamiento no sustentable de recursos naturales destinados a la exportación, generando un severo daño socioambiental en las regiones donde operan.
En la provincia de Concepción, el cierre de empresas de diversos rubros ha devenido como una secuencia dramática para miles de trabajadores y trabajadoras ahora afectados por la cesantía o por una reconversión en actividades, por lo general de servicios, que no garantiza mínimas condiciones de subsistencia. En Tomé, la textil FIAP cesó su producción en Dictadura, el 2010 la gerencia de Bellavista Oveja Tomé declaró su quiebra, la textil Machasa de Chiguayante y Paños Biobío de Concepción anunciaron su cierre el mismo año. El reciente cierre de Albano fue el corolario de la extinción casi completa de la industria del calzado local, luego que Gacel cerrara el 2011 y Caprice lo hiciera el 2012. También en la ciudad penquista, a comienzos de la década del 2000, el dueño del dueño de la fábrica de cristales Schiavi comunicó a sus trabajadores que no podían seguir compitiendo con la importación china y de este modo clausuraba la última cristalería nacional. Estos son solo menciones de una historia de cierres mucho más abultada y compleja para una clase trabajadora ahora convertida en empleos del sector terciario o en la explotación de materias primas.
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