jueves, 18 de octubre de 2018

Cartas a Julieta

 
Casi como el nombre de la película, pero de verdad. Es que esta Julieta, además de dedicarse a la música, adora también escribir y leer libros vinculados al género epistolar. Como si no fueran suficientes las coincidencias, justamente viene a Filba Santiago para leer algo de su inspirada correspondencia.
 Es quizá su faceta más desconocida. Aplaudida siempre por su música, en pocos días más llega a mostrar un lado más personal. Son las cartas de Julieta. Casi igual al nombre de la película y casi igual a la protagonista de Shakespeare, pero no. En este caso el escenario es Argentina y el personaje, la compositora y cantante mexicana Julieta Venegas. Definitivamente, acá no hay una señorita esperando en el balcón. “No, no vi la película de Cartas a Julieta, pero ¡me gusta mucho la correspondencia!”, advierte al comienzo de esta entrevista, cuando faltan pocos días para que deje la placidez de Buenos Aires -lugar donde vive hace poco más de un año- y venga a participar en FILBA Santiago, el 16 y 17 de octubre, justamente para leer en voz alta una serie de cartas que estuvo intercambiando con el escritor Álvaro Bisama. De ahí el nombre y las coincidencias. Porque la autora de Me voy y Eres para mí escribe misivas y lee muchos libros de gente que antiguamente también acostumbraba mandarse mensajes en papel. La música, por cierto, sigue siendo lo suyo, pero la literatura va al otro lado. Le dedica, dice, varias horas al día, más ahora que vive en esa ciudad llena de librerías y de avenidas púrpuras por el florecimiento de los jacarandás.
“Me encanta vivir en Buenos Aires, creo que te puedes mover muy fácilmente y la vida cotidiana se hace llevadera. El barrio en donde vivo es muy urbano, cerca de una avenida enorme, pero aun así tengo todo más o menos a mano. Me gusta tener acá unas dos o tres horas al día para leer y, como no manejo, puedo hacerlo mientras uso todos los medios de transporte”, confiesa.
 A ritmo tranquilo
La de Julieta Venegas es, a todas luces, una nueva vida. Comparte la ciudad con su pareja, Pablo Braun, y con Simona, su hija de ocho años, muy feliz porque, después de dejar su banda y su país, hoy puede darse tiempo para disfrutar hasta lo más cotidiano. Uno podría pensar que esas renuncias fueron por amor, pero no es así. Tal como escribió en una columna para el blog de la editorial Eterna Cadencia: “Cuando les digo a mis amigos músicos que ya no quiero viajar, se ríen de mí abiertamente. Otras veces se hace un silencio incómodo, en donde nadie sabe cómo decirme la verdad: de esto vivimos, inocente amiga”, advierte, argumentando que no hay nada mejor que establecerse en un lugar y quedarse. Y luego agrega en el texto: “Si llego a una ciudad nueva, me gusta vivirlo de la manera más natural posible. Ir al súper, caminar por las calles, como si fuera una de esas personas que veo por ahí. Hasta me gusta ver la ropa que traen las mujeres en cada ciudad, en cada país, según la temporada y según las modas, y es mi manera de mimetizar con ellas. Sentirme, como si pudiera, una de ellas”, continúa.
En la intimidad está escribiendo canciones y aprovecha de presentarlas en vivo, aunque no hay intenciones de grabar nada por ahora. Disfruta más tocar sus composiciones, “hacerlas mías”, y mostrarlas en pequeños recintos, a públicos acotados, para que las escuchen “frescas”, como lo hacía antes.


¿Cómo surgió este lado literario y, en particular, este proyecto de intercambiar cartas con Álvaro Bisama?
No es exactamente un lado literario de escritora, más bien soy muy lectora. Me encanta la literatura y, por eso, participo feliz en todo lo que sea promoverla. Me gusta, además, mucho Filba; que reúna a escritores, escritoras, con posibles lectores y lectoras. Lo de la correspondencia con Álvaro Bisama es algo que propuso Filba, y quizá el hecho de no conocerlo lo hace más divertido.
Eres muy reflexiva, por lo tanto, imagino que en tus cartas hay risas, pero también debate. ¿De qué tratan?
Todavía estamos en el proceso. La idea es que leamos lo que nos escribimos en estos días previos al festival. El tema de Filba este año es la Fiesta, así es que partimos desde ahí y veremos por dónde nos lleva.
Empezaste a aprender música desde los ocho años, pero ¿cómo fue tu cercanía con los libros?
Desde muy chica me apasiona la literatura. Encontré un refugio en las historias. Ya no hubo vuelta atrás desde el día en que descubrí que leer un libro me podía hacer imaginar. Desde entonces sigo descubriendo cosas. Es un terreno que nunca se agota y, la verdad, no consumo otro tipo de entretenimiento; me aburre la tele, así que leo en vez de ver series.


¿Recuerdas un libro de infancia importante?
Recuerdo algunos cuentos que me dieron a los 11 o 12 años, pero también leía las revistas de mi madre, con esas historias de Corín Tellado, o después los libros que encontraba en las bibliotecas de mis vecinas y amigas. Igual creo que con los años he ido encontrando más espacios para leer y, más que nada, he ido reduciendo el tiempo que ocupo en otras cosas.
¿Lees junto a tu hija Simona?
¡Sí! Desde que era bebé me encantaba leerle antes de dormir, como un ritual. Desde entonces todas las noches leemos algo, a veces ella y a veces yo.
¿De qué manera se complementa la literatura con la música?
Creo que son parte de lo mismo. Para mí, las canciones son historias pequeñas, en donde puedes contar algo que pasó o algo que te hubiera gustado que sucediera. La palabra es hermosa y una buena o buen escritor te pueden hacer vivir cosas muy bellas.
¿Ya te has animado a escribir cuentos o una novela?
Me gusta mucho escribir diarios y canciones, pero la ficción no se me da. No me imagino escribiendo una novela, siempre me ha parecido algo monumental.
Se podría decir que eres ciento por ciento romántica. Por tu música, por tu acordeón, por tu activismo social, por la imagen que proyectas y ahora por tu afición a las cartas y a la literatura, ¿no?
Puede ser. Creo mucho en llevar las cosas en un ritmo tranquilo, no dejarme comer por la vorágine de las cosas y las exigencias de la vida, sino aprender a disfrutar de los procesos. Estoy en un momento en donde necesito estar aterrizada, para poder disfrutar la música desde un lugar propio, cantar canciones en vivo, tocar en lugares chicos, disfrutar de las experiencias que me da la vida, sin saber muy bien por dónde va.
¿Cómo lograste eso? Parece fácil, pero no lo es…
Hay un libro muy bonito que leí este año, con el que conecté mucho, llamado Contra el tiempo. Habla sobre cómo hacer valer los instantes saliendo un poco de la locura de la velocidad. Lo que hago es disfrutar de cada cosa, desde moler el café en la mañana y hacer una canción, hasta acompañar a mi hija a karate. Supongo que estoy en un momento en el que lo puedo hacer. Renuncié a muchas cosas en este último año y eso significa que me lleva más tiempo hacer las cosas, pero las disfruto más.
Has dicho también “escribir canciones es contar historias”. ¿Puedes contarnos una historia, algo que te esté dando vueltas, que algún día pueda convertirse en música o en libro?
La verdad es que no suelo inventar ficción. Las canciones, para mí, son sobre cosas que tienen que ver con la realidad, porque las puedo sentir; pequeñas historias reales. Estoy intentando vivir mi vida como quisiera contarla, como dice una amiga, ‘trabajando para la biografía’, para no sentir que me dejé llevar por la inercia, por las cosas que suceden en automático y que conozco bien. Dejé mi país, deshice mi banda, mi estudio y me vine a vivir a un país que me da otro espacio y otra libertad para hacer las cosas, y eso lo valoro más que cualquier cuento.

Libros maravillosos
Por Instagram, Julieta suele mostrar fotos de libros que le fascinan. Probablemente la descripción que hace de ellos sea lo que más cautiva a sus seguidores. Un genuino entusiasmo que también saca a relucir a la hora de hablar de la literatura dedicada a la compilación de correspondencia. Defiende el género epistolar y el ejercicio de escribir a mano. “Creo que las cartas requieren de otros tiempos, porque exigen poner atención a esa comunicación, ya sea por amistad o por amor; se necesita cuidado y lentitud, algo a lo que ya no estamos acostumbrados”, advierte, al mismo tiempo que enumera, con fascinación, algunos títulos que la han cautivado. Asegura que, sin ser especial fanática del intercambio amoroso -“porque todos son muy ‘cachorrillo, mi amor’”- disfrutó mucho la correspondencia entre Antón Chéjov y su última esposa, la actriz Olga Knipper, así como también Correspondencia teórica, de Gustave Flaubert, publicación que incluye misivas dirigidas a Louise Colet, a George Sand y a Iván Turguénev, y que, a juicio de Julieta, destacan por la belleza de sus consejos y sus comentarios vinculados a la escritura.
Hay otro título que figura en su lista de favoritos y es Entre amigas, la correspondencia entre Hannah Arendt y Mary McCarthy, “un libro maravilloso porque es un gran retrato, no solo de la amistad de dos mujeres geniales, sino de época”.

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