De acuerdo con la exfuncionaria, fue autorizada por parte del oficial porque “era una práctica habitual llevar encargos entre miembros de la institución, una costumbre que no hacía distingos de grados, por lo que no resultaba extraño”.
Por primera vez desde que estalló el caso del narcoavión de la FACH, al cual exfuncionarios de dicha institución intentaron subir cuatro kilos de ketamina, apareció un oficial mencionado, después que una de las imputadas dijera que un capitán le dio permiso para subir a la aeronave la maleta azul en la cual posteriormente se encontró la droga.
La excabo primero de la FACH María Fernanda Rebolledo, jefa de cabina del Boeing 737 en el cual la organización delictual pretendía trasladar la droga a Santiago, dijo en un peritaje psicosocial –que fue pedido por su defensa– que fue su pareja, el también excabo de la FACH Mauricio Ponce Dinamarca, quien la metió en el problema judicial que hoy la tiene en prisión preventiva. De acuerdo con su versión, Ponce la contactó el 2 de julio preguntándole si esa tarde ella iría en un vuelo programado para Iquique, donde se trasladarían explosivos y armamentos, a bordo de un Boeing 737.
Hasta ese día, Rebolledo vivía sola en un departamento de su propiedad en San Miguel y trabajaba en el Grupo 10 de la FACH, en Pudahuel, donde también laboraba Ponce, aunque –como indica el documento– ella operaba aviones Boeing y su pareja era loadmaster de aviones Hércules C-130, es decir, el encargado de la distribución y seguridad de la carga que usualmente llevan esas aeronaves.
Después que ella le dijera que sí, que viajaría hasta el norte, Ponce le pidió trasladar una maleta desde Iquique hasta Santiago.
“La imputada le consulta su contenido y este le indica que en su interior había ropa y una botella de whisky, entonces indica que le pide que se la lleven directamente al avión, dado que estaría concentrada en sus labores”, dice el peritaje.
Además –según su relato–, “el imputado le indica que estaba todo coordinado a través de un mecánico de cancha de la base de Iquique, a quien ella no conocía”, agrega el informe.
Se trataba de Rodrigo Silva Fuentes, un mecánico de cancha que en la madrugada ya del 03 de julio –cuando la nave comenzaba a despegar de regreso al Grupo 10, desde la base aérea Los Cóndores, en Iquique– llegó hasta el avión con la maleta que contenía los cuatro paquetes de ketamina, que pesaban un poco más de cuatro kilos y cuyo valor en la calle puede superar los 100 millones de pesos.
A Silva, de acuerdo con la investigación, la maleta le había sido entregada por Danilo Rivas Pulgar, quien la recibió en su departamento de Avenida Oriente 4829, Iquique, el 30 de junio, luego de lo cual –dice la querella presentada por el Consejo de Defensa del Estado (CDE)– “gestionó su ingreso a la Base Aérea Los Cóndores utilizando un bus fiscal, y la almacenó en su taller del grupo de mantenimiento N° 54, desde donde la entregó directamente a Silva Fuentes, conforme a instrucciones de Villalonga”, indica el libelo en relación con el excabo 2° Elías Villalonga Martínez, quien a juicio del CDE “oficiaba de líder de esta estructura”.
Asimismo, según el organismo estatal, este actuaba “como intermediario entre remitentes externos (civiles aún no identificados) y funcionarios de la FACH encargados de ejecutar la operación logística”.

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