Pocos se explican el nivel de deterioro de la convivencia al interior del partido que dirige Alvaro Elizalde, aunque varios apuntan al propio timonel, quien habría obtenido su reelección a la cabeza de la colectividad. El saldo -en todo caso- dista de ser ventajoso: rencillas cruzadas y cuentas pendientes auguran difíciles próximos meses.
El lunes 27 al anochecer, en el departamento del diputado Marcelo Schilling, lo que se terminó de imponer en el núcleo duro de dirigentes socialistas que encabezaba la lista de Maya Fernández no era otra cosa que la vieja estrategia de tierra quemada.
Alentados por el exsubsecretario del Interior Mahmud Aleuy -quien sostenía que prefería “romper con todo, antes de permitir que el partido siguiera en manos” del actual timonel, Álvaro Elizalde, y del secretario general, Andrés Santander”-, el variopinto grupo de socialistas que se dio cita en el departamento de Schilling votó a mano alzada a favor de la propuesta de Aleuy de impugnar ante el Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel) el escrutinio de los votos que estaba haciendo el Tribunal Supremo (TS) de la colectividad.
Solo minutos antes, a eso de las 19.30 horas, el presidente del TS del partido, Pablo Velozo, había dado a conocer el primer recuento de votos de las elecciones internas que se habían desarrollado el día anterior. Se trataba de un resultado preliminar, apenas 203 mesas (equivalente al 40% del total), pero que daban a la lista A, liderada por el senador Elizalde, un 64% de las preferencias (con 10.976 votos), con ventaja por sobre la lista de la expresidenta de la Cámara de Diputados Maya Fernández, la que obtenía hasta entonces el 36% de los sufragios (6.234 votos).
La decisión de impugnar el resultado de las elecciones ante el Tricel fue unánime, señalan convocados a la cita de la disidencia en el departamento de Schilling, reunión en la que participaron presencialmente, además del dueño de casa y el exsubsecretario Aleuy, los diputados Maya Fernández y Marcelo Díaz, los exministros José Antonio Viera-Gallo, Gabriel de la Fuente y Germán Correa, y por teléfono el analista político Ernesto Águila. También estuvieron de acuerdo en que Fernández suspendiera el viaje que tenía programado a Canadá y que permaneciera en Santiago, a la espera de que se resolviera el conflicto. El principal matiz, señala otro de los asistentes a ese encuentro, fue el tono que se usaría para criticar y rechazar la actuación del TS. Aleuy, Schilling, Díaz y Correa serían, según afirman las fuentes, los más duros.
“Este ha sido un proceso electoral plagado de situaciones anómalas”, y “los datos del TS no son datos confiables”, eran parte de las acusaciones que hasta entonces había lanzado el apoderado general de la lista de Maya Fernández, el diputado Marcelo Díaz, y que irían intensificándose con el correr de las horas.
“Las cifras no cuadran”, llegó a sostener el parlamentario socialista por la V Región el miércoles pasado, tres días después de la elección, dejando entrever con ello una eventual manipulación de los resultados. “Tenemos la sensación de que algo no está bien en este proceso electoral”, fueron otra parte de las declaraciones que hizo Díaz, provocando el enojo de la mesa directiva del PS.
En privado, desde el entorno de la lista de Elizalde consideraban que el rol como apoderado general y el tono de las descalificaciones que estaba haciendo Díaz tenían un trasfondo que iba mucho más allá de estas elecciones, y que se explicaba por la conocida rivalidad que tiene el diputado desde hace casi 30 años con el actual presidente del PS.
En la lista de Fernández, sin embargo, aseguran que las declaraciones de Díaz siempre contaron con la venia de Aleuy, Schilling y Correa.
“Están haciendo un daño innecesario a todo el PS”, afirmaban desde la
vereda opuesta. Para Elizalde, el reclamo de la disidencia no tenía
fundamento, pues siempre hubo claridad de que su lista había doblado a
la de Fernández, lo que le permitía elegir a la mayoría de los 110
miembros del comité central del partido, entidad que definirá a fines de
junio -si se respeta el cronograma original- a los integrantes de la
próxima mesa directiva.
Con una brecha tan clara y en una elección donde no estaban en juego
visiones o proyectos políticos opuestos -las críticas de la disidencia a
Elizalde apuntan fundamentalmente a un distanciamiento de las bases,
mantener una conducción autocomplaciente, que no ha hecho autocrítica de
la derrota sufrida tras el gobierno de Bachelet y al diluido rol que
estaría jugando el PS desde la oposición-, pocos se explican el nivel de
deterioro de la convivencia al interior del partido.
“Está completamente enrarecido el ambiente al interior del partido”, señala un dirigente socialista.
Por primera vez desde 1989, cuando se reunificó el PS y se conformaron los grandes lotes internos que daban conducción y gobernabilidad al partido, en esta elección todas las facciones se quebraron y llegaron divididas.
Por primera vez desde 1989, cuando se reunificó el PS y se conformaron los grandes lotes internos que daban conducción y gobernabilidad al partido, en esta elección todas las facciones se quebraron y llegaron divididas.
Las rencillas personales y el cobro de viejas cuentas terminarían por
intensificar los decibeles de la pugna de esta semana y sepultaron los
esfuerzos de algunos dirigentes, como Osvaldo Andrade y Gabriel de la
Fuente, para conciliar posiciones entre las dos listas y evitar que
siguiera la confrontación pública.
El último de estos quiebres es el que se produjo el 6 de mayo entre
Camilo Escalona y Mahmud Aleuy. Si bien ambos se habían distanciado
durante el gobierno de Bachelet II y habían dejado atrás la complicidad
que habían forjado por décadas, esta vez se habla de una ruptura
definitiva.
Ese día, apenas terminado el pleno del PS, la facción que encabeza
Escalona se reunió para definir a quién apoyarían en la elección
interna. Aleuy fue el primero en hablar y pidió que la Nueva Izquierda
finalizara la alianza con Elizalde. Según varios de los presentes en esa
reunión, Escalona le respondió en duros términos, incluso lo habría
descalificado.
Molesto, Aleuy se habría retirado de la reunión antes de que el
diputado Jaime Naranjo pidiera que se votara una moción para que no se
aplicaran sanciones a los militantes de la Nueva Izquierda que apoyaran
la lista de Maya Fernández. Aunque la moción de Naranjo se aprobó, no
quedó ratificada en la resolución que días después divulgó la Nueva
Izquierda, lo que atizó aún más las desavenencias.
Aleuy asumiría en la práctica como jefe de campaña de Maya Fernández.
Desde ese cargo, llamaría a las bases de la Nueva Izquierda y a los
socialistas que fueron funcionarios de gobierno de la exmandataria a
sumarse a la lista de Fernández, lo que irritó aún más a Escalona.
Según cercanos a Elizalde, el exsubsecretario de Interior de Bachelet
ha intentado varias veces sacarlo de la presidencia del PS. Aseguran
que fue Aleuy quien impulsó la dura carta que un grupo de economistas y
exintegrante de la comisión a cargo del patrimonio de la colectividad,
entre ellos Óscar Guillermo Garretón, enviaron en junio de 2017 a
Elizalde criticando la forma en que se estaba enfrentando la crisis a
raíz de las millonarias inversiones que tenía el PS en acciones de SQM y
en empresas privadas reguladas por el Estado.
Hasta el miércoles 29, según los cómputos que había dado a conocer el
TS del PS, Aleuy obtuvo 703 votos, por lo que aún estaba en duda que le
alcanzaran para entrar al nuevo comité central del partido. Sin
embargo, parte de la lista de Fernández ha exigido a la mesa del partido
que se les entreguen no solo las dos vicepresidencias que les
corresponderían por los resultados que obtuvieron el pasado domingo,
sino también la secretaría general, cargo para el cual han propuesto a
Aleuy.
Desde la lista del actual timonel del PS están abiertos a la
integración de la mesa, tal como lo señalan los estatutos del partido,
pero no están dispuestos por ningún motivo a darle a Aleuy la secretaría
general.
La convivencia interna dentro del PS está tan deteriorada, comentan
algunos dirigentes socialistas que en esta disputa optaron por
mantenerse al margen, que hay un alto riesgo de que el próximo comité
central -máxima instancia en la toma de decisiones del partido- termine
siendo “una bolsa de grillos” y que eso pueda fracturar aún más las
relaciones.
La disputa que viene no será solo entre la disidencia y el oficialismo.
En la lista de Maya confluyeron sectores políticos muy diferentes,
por lo que no se augura fácil que lleguen a un entendimiento a la hora
de definir quiénes los representen en el comité central nacional, donde
de los 30 cupos (15 hombres y 15 mujeres) la lista de Maya podrá elegir a
cuatro hombres y a cinco mujeres.
Hasta ahora, señala uno de los integrantes de la lista de Maya y
parte del comando de campaña de la expresidenta de la Cámara de
Diputados, no han decidido los nombres de los que podrían sumarse a la
mesa directiva, ni siquiera, recalca, se ha zanjado la discusión de si
van a integrar la mesa. “Eso lo discutiremos recién cuando haya
terminado la revisión de los sufragios y de las actas, con presencia de
los apoderados y representantes de cada lista”, proceso que se inició
recién el jueves en la tarde.
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