Su última imagen en TV -y uno de los momentos más comentados
del año en la pantalla chica- lo mostró dejando el estudio de Mucho
Gusto cuando apareció Patricia Maldonado. Una opción enraizada en su
historia, que incluye una intensa participación política en los 70 y un
exilio en Suecia.
Fue el oscuro padre Ortega, un hombre que participó en
adopciones ilegales y su pena fue vivir con otros curas criminales en
una casa en la costa central. También Jorge Bellet, que ayudó a Neruda
en su escape en el sur en los años 40. Por cierto, pasajeramente también
fue Franklin Lobos, uno de los 33 mineros rescatados. También un
torturador que batalla contra sus demonios, sumándose a la comunidad de
una iglesia evangélica; un periodista atormentado que deja la farándula
para volver a la investigación, y uno de los psicópatas de Viña del Mar.
Así, interpretando a personajes potentes inspirados en figuras reales
y creaciones totalmente de ficción, Alejandro Goic ha dado forma a su
carrera en películas y series, además del teatro. Una trayectoria que ha
sido celebrada en festivales y premiaciones, pero que vivió un momento
singular esta semana: el actor abandonó el set del matinal Mucho Gusto cuando ingresó Patricia Maldonado.
“No me da el alma, no me da el corazón”, dijo Goic a CNN sobre
compartir momentos con Maldonado, una figura situada en su vereda
ideológica opuesta.
El actor de Bala loca, hijo de una figura DC, entró a
militar a las juventudes socialistas en los setenta siendo un menor de
edad. El 11 de septiembre de 1973 tenía 16 años y el dirigente
socialista Ricardo Solari ya lo conocía, pues el actor iba un par de
cursos más abajo en el Instituto Nacional. “Alejandro era un líder nato,
desde niño, eso lo ha acompañado siempre. Él lideraba a fines de los 70
el armado de la organización que se transformó en la primera fuerza del
movimiento universitario de Chile”, dice el ex presidente de TVN,
apuntando al rol que jugó Goic desde la Universidad de Chile como uno de
los dirigentes socialistas en la educación superior.
Cerca de esos años lo conoció Alfredo Castro. “Él estaba entrando a
la universidad, yo estaba saliendo. Era un joven muy guapo y prometedor.
Pero de ahí él entra a militar en el PS, entonces no tuve más contacto
con él. Obviamente, nadie sabía que era un activo militante
clandestino”, dice el actor. De esa época, hay otros recuerdos que
cruzan la política y la actuación. En 1978 Goic dirigió su primera obra:
Dispara usted o disparo yo. El montaje se realizó en la ex
Parroquia Universitaria y fue desarrollada el alero de la Asociación
Cultural Universitaria (ACU).
La obra, con tres actores y una actriz, trataba de varias escenas. En
una de ellas un torturador golpeaba a una mujer, una escena que se
acentuaba porque cada personaje tenía un foco distinto y la mujer se
retorcía desde su luz. “Eso lo hacía más poético y cinematográfico,
mientras que el diálogo era terrible”, recuerda el diputado Pepe Auth,
quien tenía personajes de oficial de policía, burócrata y ese
torturador. “El jurado estaba presidido por Gustavo Meza, que me dijo
que la nuestra era la mejor obra, pero no podía premiarnos porque podía
poner en riesgo nuestra vida”. El montaje, inspirado en Americaliente, obra de 1971 de Jorge Díaz (El cepillo de dientes), fue lo primero que dirigió Goic.
“Hicimos una función en la primera huelga legal, en Goodyear, que
estaba en Maipú. Hicimos la obra en el gimnasio de la empresa ante los
trabajadores. También Gustavo Meza nos prestó el Teatro Imagen”,
rememora Auth. Goic y Auth siguieron coincidiendo hasta el 80. Ese año
Goic fue relegado a la región de Atacama, a Freirina, en solitario, un
episodio que recordó en Mentiras Verdaderas en 2016, donde dijo que
mantenía la deuda de hacer una película allá.
Al tiempo Goic se fue al exilio, a Suecia. Allá formó familia con una
chilena y tuvo una hija, que nunca volvió a Chile y cercanos aseguran
que es una reconocida figura de las tablas en el circuito europeo.
Como director teatral montó obras como Calígula, en una
faceta que respondía a su elección: priorizar su arte y profesión a su
vida política. “Había hecho su opción prioritaria por el teatro, lo que
muchos lamentaban, porque tenía grandes condiciones para ser un
destacado dirigente político”, dice Jorge Arrate.
El mismo Goic ha comentado que Clodomiro Almeyda lamentó tal
elección. Aunque Ricardo Solari matiza: “Siempre se pensó que era muy
importante que él pudiera hacer su trayectoria, sea como director, actor
o escritor”. No obstante, siguió ligado a la política. En 2009, justo
cuando empezarían sus años más destacados en cine, asumió la dirección
de la franja presidencial de Arrate, que iba como independiente.
“Teníamos muy pocos recursos, pero Alejandro reunió a un equipo que
tenía una gran mística”, dice el ex ministro de Allende. En 2017 se sumó
al comando de Alejandro Guillier, en otra muestra de su vida paralela
entre política y las tablas.
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